Sandy experimentó un evento importante que cambió su vida cuando un conductor que se dio a la fuga la atropelló, dejándola sola y herida al costado de la carretera. Sin embargo, el destino le tenía reservado algo diferente. Afortunadamente, un transeúnte compasivo la encontró tirada en una zanja de asfalto y actuó rápidamente pidiendo ayuda urgente. Posteriormente, fue trasladada a un centro médico donde a través de radiografías se reveló el alcance de sus heridas. Todos los huesos de su pelvis estaban rotos y ambas caderas sufrieron dos fracturas cada una, lo que requirió una intervención quirúrgica para una recuperación completa.
En el momento en que el dueño de Sandy se enteró del accidente, quedó devastado. Sin embargo, él sabía que tenía que ser fuerte por ella y permaneció a su lado durante la operación y el período de recuperación que siguió. Sandy tenía mucho dolor y tuvo que usar un yeso durante tres semanas. Su dueño la consoló abrazándola, ya que eso era lo único que la calmaría.
A pesar de las dificultades, el dueño de Sandy mostró un cariño y compromiso inquebrantable hacia ella. Él atendió todas sus necesidades, cargándola, proporcionándole sustento y asegurándose de que estuviera cómoda. Él permaneció a su lado constantemente y su devoción y cariño por ella ayudaron a su pronta recuperación. Finalmente, después de tres semanas, recuperó la capacidad de caminar.
Después del percance de Sandy, su dueño y ella se convirtieron en las mejores amigas. Disfrutaban de la compañía del otro durante los paseos, jugaban juntos y su dueño siempre estaba velando por su seguridad. Desde aquel fatídico día, su conexión se ha hecho más fuerte y se han vuelto inseparables. La devoción y el afecto del dueño de Sandy le brindaron una nueva vida y apreciaron cada momento que pasaron juntos. El vínculo inquebrantable entre Sandy y su dueño es incomparable y nada se interpondrá entre ellos.