Cuando el equipo de rescate vio al perro caminando sobre sus patas delanteras, se sorprendieron por su difícil situación. El perro tenía un gran bulto en su pata trasera, lo que le causaba dolor cada vez que aterrizaba. El perro había recurrido a caminar boca abajo para aliviar el dolor. El equipo llevó inmediatamente al perro al hospital para recibir tratamiento de emergencia.
Tras el examen, el veterinario descubrió numerosas mordeduras de otros perros en las patas traseras del perro, lo que hacía que la afección fuera aún más dolorosa. El equipo tuvo que proporcionar varios días de tratamiento para mejorar la condición del perro. Finalmente, las patas del perro mostraron una mejora significativa y su apetito también mejoró, lo que indica que el perro había estado deambulando durante demasiado tiempo.
Sin embargo, el perro todavía tenía dificultades para comer y comía cada alimento con cuidado, por miedo a comer en el plato. A pesar de esto, el equipo creía que el perro encajaría bien con otros perros en el centro de rescate.
Después de 29 días de tratamiento continuo, el equipo llevó al perro al hospital para un chequeo. Para su alivio, la herida había sanado y el médico dio luz verde para el primer baño del perro.
Finalmente, el perro ya no tenía que deambular y buscar comida en la basura ni sufrir acoso por parte de otros perros. El equipo de rescate agradeció la oportunidad de salvar la vida del perro y brindarle un nuevo hogar donde recibiría el amor y el cuidado que merece.
Esta historia es un testimonio de la importancia de rescatar animales necesitados y brindarles el tratamiento y la atención médica adecuados. También destaca la resiliencia de los animales y su capacidad para adaptarse y prosperar en entornos amorosos.
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